21/3/16

Checoslovaquia Vs Alemania. 1976. La Primavera al poder




Antonin Panenka. 1976.

"Podrán cortar todas las flores, pero nunca detendrán la primavera".

Pablo Neruda.


Por: Edwin Medina.


El fútbol se puede ver desde dos aristas: Como eterno manipulador de masas. Espectáculo alienante. Productor de consumismo desaforado. Pero también, como representante de culturas e identidades nacionales, y en algunas ocasiones, como instrumento de lucha política. En esta última definición, me quiero detener e ir atrás, hasta los años 60, más exactamente a Praga, cuando surgió una revolución proveniente no de guerrilleros o campesinos oprimidos, si no por intelectuales, eruditos y escritores.

El crujir de las piedras siendo machacadas fue el primer sonido anormal que escucharos los habitantes de Praga aquel día. Luego, el unísono de botas desfilando hacia el centro de la ciudad terminó por asombrar aún más a los checos. Un centenar de tanques de guerra y miles de soldados soviéticos asaltaron la ciudad. No dispararon ni una sola bala. No subyugaron a nadie. Mucho menos hubo secuestros o saqueos. Tan sólo demostrar su poder. Deseaban ser observados como el ejército poderoso que eran, para poner fin a la Primavera de Praga. La máxima de Mluhan tomaba más autenticidad que nunca: El medio es el mensaje.

La Primavera de Praga junto al Mayo Francés, fue uno de los fenómenos sociales más importantes del siglo XX. Al terminar la segunda guerra mundial, los soviéticos quedaron al mando de varios países europeos, entre ellos Checoslovaquia. El comunismo ingresó al país de manera autoritaria, tomando el poder absoluto, eliminando los partidos antagónicos ideológicamente y reformando todas las leyes del país.

A los checos no les gustó la idea de recibir órdenes de líderes extranjeros y bajo el mando de los intelectuales de la época, unidos en un movimiento llamado: Unión de Escritores, conformada entre otros por Franz Kafka, Antoni Jaroslav, Milan Kundera y Alexander Dubcek, surgió una revolución, no de armas sino de ideas por parte del pueblo checo dirigida hacia el Kremlin ruso. Este grupo deseaba democratizar el país y disminuir el dominio moscovita en los asuntos de la nación. Esta autonomía que buscaba Checoslovaquia en la Primavera de Praga se basaba en la educación, en la libertad del individuo y en la pluralidad de pensamientos. Actuar "según su conciencia", poner fin a la censura y tener derecho cada uno de los ciudadanos checos de criticar al gobierno, libertad de prensa y autonomía de la misma, para producir informes mordaces sobre la incompetencia del gobierno y la corrupción.

En ningún momento los checos deseaban expulsar de su país a los rusos, de hecho aceptaban su poder armamentístico e ideológico, pero no deseaban ser gobernados por ellos y se negaban a aceptar el modelo soviético. Los rusos al darse cuenta del apoyo que estaba recibiendo los checos por parte de otros países por su renacer intelectual y por su forma de hacer una revolución con ideas o como lo llamo Dubcek: Socialismo con rostro humano, decidió poner fin a La Primavera de Praga. No estaba bien visto para el Kremlin que en plena Guerra Fría uno de sus subordinados se revelará y se convirtiera con el tiempo en su peor enemigo.

Los rusos sabían que los checos eran comunistas, pero eran otro tipo de comunistas, tal vez comunistas románticos o menos radicales. Así que cuando las nuevas reformas que surgieron de la Primavera de Praga tomaron vigor, los moscovitas decidieron echarlas abajo, los rusos invadieron Praga, llevaron al líder d la revuelta Dubcek a Moscú e implantaron su régimen totalitario en el país. Las armas vencieron a las ideas.
Este renacer intelectual que se dio en Checoslovaquia en aquella época surgió en todos los escenarios y rincones del país, incluso en el deporte. Por aquel tiempo los checos entendieron que podían enfrentar al mundo de igual a igual. Uno de los hechos que marcaron aquella época fue el triunfo categórico del Slavia Praga sobre el Real Madrid y sus estrellas. Pero el clímax máximo del deporte checo fue conseguido tiempo después al ganar la Eurocopa de 1976 gracias a un gol lleno de talento e inteligencia marcado por Antonin Panenka.

Era la final de la Eurocopa de 1976, alemanes y checos se encuentran cara a cara en Belgrado. Los alemanes venían de ganar dos años atrás a la Naranja Mecánica la Copa del Mundo, por ende eran los favoritos, sin embargo, los liderados por Franz Beckenbauer, no lograron vencer a su rival a lo largo de los noventa minutos, ni en la media hora adicional. El encuentro terminó igualado a dos tantos y por primera vez una final de Eurocopa se definiría por lanzamientos desde el punto penal.
Los primeros siete penaltis encontraron su objetivo. Excepto el volante alemán Uli Hoeness el cual erró, mandando el balón por encima del larguero. Luego, llegó el turno del disparo de Antonín Panenka. Éste lo hizo de una manera audaz, vivaz, sublime, logrando que su lanzamiento alcanzara la inmortalidad.
Panenka besó con su botín la esférica. Ésta se despegó del pie derecho de Panenka de forma lenta y elegante. El balón ingresó como en cámara lenta. El portero alemán ya acostado, vencido sobre el verde césped de Belgrado, observaba como la bala blanca ingresaba como sonriendo, esperando a besar la red.

Fue el gol del triunfo. Panenka corrió con los brazos abiertos buscando a sus compañeros. Fue abrazado por ellos, no sólo fue un abrazo entre futbolistas, era el abrazo de todo un país. El gol de Panenka, fue un gol único, lleno de inteligencia, anotado por alguien proveniente de una sociedad que prima las ideas a las armas. Lo colectivo a lo individual. Una sociedad que le dio al mundo a excelentes escritores, grandes jugadores y por supuesto, el gol de penal más hermoso de la historia.


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