Las ideas, el legado y los posteriores asesinatos de Jorge
Eliécer Gaitán y Camilo Torres influenciaron a Álvaro Fayad y a Jaime Bateman
Cayón para crear un 19 de abril de 1974 al grupo insurgente M-19.
Escrito por Edwin Medina
Poco después de la muerte de Gaitán a Álvaro Fayad los
conservadores le asesinaron a su padre. Su madre emigró con él y sus hermanos a
Cartago. Allí, aún muy niño, fue inscrito en un seminario.
"Los curas nos obligaban a ir a la biblioteca para
mirar un libro repleto de fotografías de la muerte de Gaitán: incendios,
cadáveres en el suelo, almacenes saqueados, iglesias profanadas, monjas
violadas.
- Miren las monjas que violaron los liberales. Mírenlas
bien. -decían.
Había en el seminario un enorme retrato de Francisco Franco.
En ese mundo monástico impregnado de tedio que describe tan bien Joyce en
'Retrato del artista adolescente', Franco era el Salvador de España, una
especie de Enviado de Dios para salvar a ese pueblo de la garras del
comunismo". Recuerda Álvaro Fayad.
De niño Álvaro siempre fue muy inteligente. Como era buen
estudiante, los curas lo premiaron dándole el manejo de la biblioteca. Frente a
esto Álvaro contaba:
"Yo era quien guardaba la llave. Por la noche, cuando
todos dormían, me encerraba a leer horas enteras en la biblioteca privada de
los curas, no en la del seminario. Era aquella donde guardaban los libros
prohibidos. Allí conocí a Víctor Hugo a Cervantes, a Goethe, a Shakespeare, a
Kanh, a Descartes, a Husserl, a Nietzsche, a Sastre".
Así, entre libros transcurrió la vida de Álvaro. Pasaron los
años. Luego ya joven, fue trasladado a Bogotá. Ingresó al Departamento de
Psicología de la Universidad Nacional. Camilo Torres era entonces profesor y
capellán de la Universidad.
"Era la época del auge estudiantil. Leíamos de todo, a
George Lukacs, a Gramsci, a Rosa Luxemburgo, al boom latinoamericano... Y luego
hacíamos teatro o escuchábamos jazz". Recordaba Álvaro.
Para ese entonces Álvaro ya conocía a Camilo Torres. Era
amigo suyo. Admiraba su oratoria y su forma de actuar. Cuando mataron a Camilo
Torres a Álvaro y a toda una generación de colombianos también les demolieron
la ilusión de un mejor país. De aquella muerte Álvaro cuenta.
"Sobrevino la crisis... Murió Camilo. Mataron al Che.
Se produjo la división chino-soviética. Se rompió el marxismo como teoría
única. Se rompió en la discusión que siguieron Sastre y el estructuralismo. Se
politizó tanto la lucha estudiantil que se volvió de minorías. Se teorizó tanto
que se perdió el contacto con la realidad del país. Se multiplicaron los grupos
y subgrupos de izquierda. Los revolucionarios no supieron qué hacer...
Aparecieron las crisis personales. Comenzaron los suicidios... Todos se
suicidaban... Todos los intelectuales... Todos existencialista... Todos
pensando en Heidegger y su Dan-Sein, todos se suicidaban
-¿Quién se suicidó hoy? -era la pregunta ritual en esa
época, cuando todos los días llegábamos a la Universidad.
De la crisis nos rescató la literatura latinoamericana: La
ciudad y los perros, La muerte de Artemio Cruz, Comala, Cien años de Soledad...
Desde Carpentier hasta Carrasquilla, de Rulfo a García Márquez... Ellos nos
ubicaron. Ellos lograron hacer con nosotros lo que no hicieron tantas teorías
traídas de esquemas, tanta lingüística, tanta semiología, tanta marxistología,
tanta sociología, tantas cosas de esas que nos habían alejado de la acción
política, que nos habían llevado a abandonar nuestra propia realidad".
Jaime Bateman tenía ocho años. Ya conocía de Gaitán. Vivió
en el Magdalena en los tiempos de la United Fruit Company. Sufrió la
desigualdad y las ofensas por parte de los gringos que allí habitaban.
Años después Bateman contaba sobre la muerte de Gaitán:
Años después Bateman contaba sobre la muerte de Gaitán:
"A Gaitán lo asesinó la oligarquía. Gaitán había
logrado revivir el movimiento popular, el cual estaba adquiriendo dimensiones
impredecibles. Y eso amenazaba los intereses de la oligarquía conservadora que
mandaba entonces. Gaitán despertó en el pueblo expectativas de triunfo. Por eso
lo mataron".
A Jaime lo expulsaron en su juventud de varios colegios por
revoltoso. Hacía huelgas y constantemente protestaba contra los profesores
injustos.
Emigró a Bogotá a terminar sus estudios y luego ingresó a la JUCO (Juventud
Comunista) es donde comenzó a oír de Camilo Torres. Lo conoció. Lo defendía. Lo
admiraba. Se encantaba escuchando su discurso popular, democrático y anti
oligárquico. De él Jaime contaba:
"Recuerdo cuando mataron a Camilo... Su muerte me
produjo ira y tristeza. Sí, mucha tristeza... Quizá en mi vida nunca he estado
tan triste como cuando murió Camilo. No acostumbro a llorar. No me gusta...
jamás lloro. Pero sí cuando mataron a Camilo... Con su muerte, como la de
Gaitán, al pueblo se le cerró otra puerta... Con su muerte, como la de Gaitán,
a los pobres se les esfumó otra esperanza... Recuerdo cuando mataron a
Camilo...".
En la sede del Partido Comunista de Bogotá se conocieron
Álvaro y Jaime. Viajaron juntos a la Unión Soviética. Al regreso. Abandonaron
el PC y se enlistaron en la guerrilla de las FARC. Pero tiempo después se
vieron enmarcados en una estructura que los limitaba como revolucionarios.
Entraron en discusiones con los líderes de las FARC que los tildaban de locos y
antisovietistas.
La lucha diseñada por Marulanda en las FARC era una lucha armada por la tierra campesina,
anti latifundista, pero no la lucha por la toma del poder. Álvaro y Jaime le
planteaban a la guerrilla que tenía que ser más dinámica e involucrarse más en
la lucha de masas. Jaime le insistía a Marulanda que la guerra debía llevarse a
las ciudades y que se combinará una guerrilla rural con una guerrilla urbana.
Su idea no le sonó a las FARC.
Abandonaron la selva. De regreso a Bogotá formaron la
guerrilla del M-19. Ahí comenzó el mito.
Robaron la espada de Bolívar, y según la leyenda la guardaron en la casa del
poeta León de Greiff. En la cama de Bolívar y Manuelita Sáenz dejaron una nota:
"Bolívar, tu espada vuelve a la lucha".
Al norte de Bogotá cavaron un túnel durante 73 días hasta ingresar al Cantón
Norte, principal depósito de armas de las Fuerza Militares de Colombia y
sustrajeron cinco mil armas.
Se tomaron la Embajada de República Dominicana en Bogotá y secuestraron a
varios diplomáticos de distintas partes del mundo. Tomaron un avión y los
liberaron en Cuba después de recibir varios millones de dólares por parte del
Gobierno colombiano.
Asaltaron el Palacio de Justicia. El edificio quedó envuelto en llamas.
Hicieron varias cinematográficas tomas a escuelas, universidades, emisoras,
periódicos. Hasta robaron en varias ocasiones camiones llenos de leche para
repartir en los barrios populares de Bogotá.
Con mucha astucia y creatividad situaron a la oligarquía
contra las cuerdas en varias oportunidades. A pesar de empuñar armas y disparar
tantas balas, el M-19 siempre estuvo dispuesto al diálogo en busca de la paz.
El M-19 siempre buscó paz y pactos de convivencia justa y equitativa para un
país mejor.
En 1983 Jaime Bateman Cayón murió al estrellarse la avioneta en la que viajaba
hacia Panamá. Años después Álvaro Fayad fue asesinado en el barrio Quinta
Paredes en Bogotá.
Fotos: 'Trapos' en honor a Jorge Eliécer Gaitán y Camilo
Torres realizados por algunos hinchas del equipo Santa Fe de Bogotá, Colombia
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