20/3/16

Italia Vs Rep. Checa. 1990. El Slalom de Baggio




-“Cada día, leyendo los diarios, asisto a una clase de historia. Los diarios me enseñan por lo que dicen y por lo que callan. La historia es una paradoja andante. La contradicción le mueve las piernas. Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras y con frecuencia sus palabras revelan, mintiendo, la verdad.
Hay en el mundo tantos hambrientos como gordos. Los hambrientos comen basura en los basurales; los gordos comen basura en McDonald’s.
Según los evangelios, Cristo nació cuando Herodes era rey. Como Herodes murió cuatro años antes de la era cristiana, Cristo nació por lo menos cuatro años antes de Cristo.
Cuando fueron desalojados del Paraíso, Adán y Eva se mudaron al África, no a París.
Algún tiempo después, cuando ya sus hijos se habían lanzado a los caminos del mundo, se inventó la escritura. En Irak, no en Texas.
En 1493, el Vaticano regaló América a España y obsequió el África a Portugal, “para que las naciones bárbaras sean reducidas a la fe católica”. Por entonces, América tenía 15 veces más habitantes que España y el África 100 veces más que Portugal.
Tal como había mandado el Papa, las naciones bárbaras fueron reducidas. Y muy.
El monumento más alto de la Argentina se ha erigido en homenaje al general Roca, que en el siglo XIX exterminó a los indios de la Patagonia.
La avenida más larga del Uruguay lleva el nombre del general Rivera, que en el siglo XIX exterminó a los últimos indios charrúas.
John Locke, el filósofo de la libertad, era accionista de la Royal Africa Company, que compraba y vendía esclavos.
La Revolución Francesa proclamó en 1793 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Entonces, la militante revolucionaria Olympia de Gouges propuso la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. La guillotina le cortó la cabeza.
La emperatriz cristiana Teodora nunca dijo ser revolucionaria, ni cosa por el estilo. Pero hace mil 500 años el imperio bizantino fue, gracias a ella, el primer lugar del mundo donde el aborto y el divorcio fueron derechos de las mujeres.
En 1936, el Comité Olímpico Internacional no toleraba insolencias. En las Olimpiadas de 1936, organizadas por Hitler, la selección de futbol de Perú derrotó 4 a 2 a la selección de Austria, el país natal del Führer. El Comité Olímpico anuló el partido.
El Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más hermosas esculturas de la era colonial americana.
El libro de viajes de Marco Polo, aventura de la libertad, fue escrito en la cárcel de Génova.
Don Quijote de La Mancha, otra aventura de la libertad, nació en la cárcel de Sevilla.
Fueron nietos de esclavos los negros que generaron el jazz, la más libre de las músicas.
Uno de los mejores guitarristas de jazz, el gitano Django Reinhardt, tenía no más que dos dedos en su mano izquierda.
No tenía manos Grimod de la Reynière, el gran maestro de la cocina francesa. Con garfios escribía, cocinaba y comía.
La mitad de los brasileños es pobre o muy pobre, pero el país de Lula es el segundo mercado mundial de las lapiceras Montblanc y el noveno comprador de autos Ferrari, y las tiendas Armani de San Pablo venden más que las de Nueva York.
Carlomagno, creador de la primera gran biblioteca de Europa, era analfabeto.
Joshua Slocum, el primer hombre que dio la vuelta al mundo navegando en solitario, no sabía nadar.
Contra lo que se cree, Alí Babá no era el jefe de los cuarenta ladrones, sino su enemigo; y Frankenstein no era el monstruo, sino su involuntario inventor.
La cruz esvástica, que los nazis identificaron con la guerra y la muerte, había sido un símbolo de la vida en la Mesopotamia, la India y América.
En 1965, el Che Guevara escribió la última carta a sus padres.
Para decirles adiós, no citó a Marx. Escribió: “Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante. Vuelvo al camino con mi adarga al brazo”.
Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol.
Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos.
Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?"

Fragmento tomado de “La Paradoja Andante” de Eduardo Galeano.


Por: Edwin Medina.

Soy un convencido de que el paso del tiempo cura las heridas y los malos ratos, pero al parecer en el caso de Roberto Baggio, ni el tiempo, ni el pasado, tendrán piedad de él.
El fútbol es la representación de la vida misma, por ende, éste también está lleno de paradojas.
Si le preguntas a cualquier persona por Roberto Baggio, seguramente te dirá que fue aquel que falló el último lanzamiento en la ronda de penales en la final de la Copa del Mundo USA 94.
Ese error acompañará a Baggio por toda la eternidad. La memoria colectiva de los aficionados del balompié no olvidará aquella imagen de Baggio carisbajo rodeado de camisetas amarillas festejando mientras el peso del error caía sobre él. Aquel día la alegría fue sólo brasilera, y la grada "azurra" se olvidó de los triunfos que anteriormente Baggio les había regalado.
"Il Divino" le solían decir, vaya sobrenombre para un futbolista. Fue cuatro años atrás de su fatídico error que Baggio apareció en todo su esplendor, fue en el Mundial de fútbol Italia 90, cuando el mundo comenzó a disfrutar de su elegante andar sobre el césped.
 Il Divino comenzó aquel mundial de suplente, pero gracias a su maestría con la pelota, se ganó un puesto en el once titular y logró con Italia el tercer puesto, superados solamente por la Argentina de Diego Maradona y la Alemania campeona.
Baggio siempre fue un derroche de talento y lo demostró al marcar el gol más hermoso de aquel mundial. Baggio tomó el balón en el medio campo, levantó la mirada, comenzó su escalada hacia territorio enemigo, la pelota parecía un ojal más de su botín, parecía atada a su pie, un rival tras otro quedaba vencido, era imposible pararle, no lograron detenerle. Baggio marcó el mejor gol de aquel mundial finalizado con ese veloz slalom; pero paradojicamente no se le recuerda por ese sublime gol ni por su Balón de Oro ganado en 1993, ni por sus Scudettos  con la Juventus y el Milán, ni por ser considerado uno de los mejores jugadores del siglo XX, sólo se le rememora por fallar ese fatídico penal aquel verano del 94.
Paradojas andantes, que también se dan en el fútbol.

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