"Dos cosas quiere el hombre auténtico: peligro y juego.
Por ello quiere a la mujer: el más peligroso de los juegos."
De Friedrich Nietzsche (1844-1900)
El hombre sólo desea jugar, y eso es lo que el astro
Brasilero hizo aquella tarde.
Parece que ha pasado mucho tiempo, pero en realidad
sólo han sido siete años escasos. El 19 de noviembre de 2005, Ronaldinho era
ovacionado en el Santiago Bernabéu después de una espectacular exhibición con
la camiseta del Barcelona. El brasileño acababa de coronar su colosal actuación
con un gol sensacional que establecía el 0-3 en el marcador. Un resultado
doloroso para los aficionados madridistas que, rendidos a la indiscutible
superioridad del vendaval azulgrana frente al impotente Madrid entrenado por
Luxemburgo, se pusieron en pie para premiar la exhibición.
Era el segundo tanto de la noche para Ronaldinho,
indiscutible dominador del encuentro. Ambos goles tuvieron una ejecución muy
similar: sendas arrancadas desde la izquierda, marca de la casa, dejando a su
paso rivales y acelerando en el momento justo para entrar en el área y batir a
Casillas. Dos prodigios de técnica, potencia, habilidad y velocidad.
Ese 0-3 fue el punto de inflexión de un Barcelona que
a partir de ese momento cogió velocidad de crucero para terminar aquella
temporada ganando Liga y Champions con un fútbol de seda. Rijkaard recogió el
legado de Cruyff y armó un equipo donde cada pieza encajaba a la perfección.
Deco y Xavi gobernaban un centro del campo donde Márquez se había convertido en
un improvisado pero impecable mariscal, Eto'o mostraba una voracidad goleadora
impresionante, Iniesta y Messi garantizaban el futuro... todos ellos gravitando
alrededor de Ronaldinho, el astro rey de aquel Barça.
El aplauso de la hinchada rival significaba el
reconocimiento al que era, indiscutiblemente, el mejor jugador del mundo en ese
momento. A finales de ese 2005 fue galardonado con el Balón de Oro y el FIFA World
Player. Tenía 25 años, se encontraba en la cumbre y en un equipo que funcionaba
perfectamente, rodeado de una cuadrilla de jugadores talentosos y
suficientemente jóvenes para marcar una época, una época que siete años después sigue vigente.
"Dos cosas quiere el hombre auténtico: peligro y juego. Por ello quiere a la mujer: el más peligroso de los juegos."
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