5/3/17

Spartak Moscú vs Haarlem |1982| La tragedia de Luznhiki



Tomado de: Libertad Digital. Por: Tolo Leal

Cuando uno habla de tragedias en campos de fútbol, Heysel es el nombre que suele venir a la cabeza de todos. Los 39 muertos en aquella final de Copa de Europa entre Liverpool y Juventus quedaron para la historia negra del deporte. Algunos también pensarán en Hillsborough, o en Bradford. Incluso pueden llegar a aparecer la de Guatemala en 1996, o la más reciente en Egipto hace unos años.

Sin embargo, pocos, o muy pocos, pueden reparar en la que probablemente haya sido la mayor tragedia de todas. Una historia que salió a la luz muchos años después de que sucediera, debido al intento de ser ocultada por parte de las autoridades locales, y de la que aún hoy se desconocen muchos datos. Sucedió en Moscú, en el Estadio Central Lenin, el 20 de octubre de 1982.

El gol más inoportuno

Aquel día, aquel trágico día, se disputaba un encuentro correspondiente a la Copa de la UEFA. El Spartak de Moscú, conjunto local, recibía en el partido de ida de los dieciseisavos al Haarlem holandés, el equipo en el que se había formado Ruud Gullit. No hay que olvidar que el Spartak es el equipo del pueblo, en contraposición a los policías del Dinamo de Moscú, los militares del CSKA de Moscú, y los ferroviarios del Lokomotiv de Moscú, con lo que la cantidad de aficionados que suele arrastrar es enorme.
El partido arrancó con unos diez grados bajo cero. Las condiciones climatológicas, con nieve y fuerte viento, eran prohibitivas para jugar a fútbol. Eso provocó que, por un lado, todos los aficionados -unos 18.000 soviéticos y 100 holandeses- se tuvieran que sentar juntos en la tribuna oriental, puesto que la mayor parte de las gradas estaban impracticables por la nieve y el hielo.

Edgar Gess adelantaba al Spartak en la primera mitad, con un brillante disparo a lanzamiento de una falta. 1-0 y gracias, parecía pensar el público, que comenzó a abandonar el estadio cuando se alcanzaba la recta final del encuentro. Y entonces llegó el 2-0, obra de Sergei Shvetsov. "Ojalá nunca hubiera marcado ese gol", declararía más tarde el futbolista soviético. Porque ese gol significó el comienzo de la tragedia.

Prisas, nervios, y muerte

Los aficionados que aún quedaban en el estadio, obviamente, gritaron celebrando el gol, que parecía sentenciar la eliminatoria. Los que ya se encontraban de camino hacia la salida quisieron volver atrás para ver algo, la celebración, el jolgorio... querían ser partícipes del gol. Y se encontraron con otros que, a su vez, estaban abandonando el campo. Escoltados por los militares, que no dejaban regresar a nadie. Así, todos se encontraron en un mismo túnel, probablemente, porque nunca se ha aclarado este punto de manera oficial, el único que había abierto aquella noche para todo el estadio.
Y así el tumulto que se forma en un espacio tan reducido, unido al hielo presente que provocaba continuas caídas, da lugar a muchas personas aplastadas en el suelo. Nervios. Prisas. Gritos. Los militares tampoco tienen órdenes de ningún tipo, no saben cómo reaccionar, y se mantienen increíblemente inertes, lo cual agrava la situación. Y empiezan a sonar las primeras sirenas de ambulancia.

Andreij Chesnokov, importante tenista ruso de principios de los 90, se encontraba en el estadio, y así relató lo que vivió: "La gente caía por las escaleras heladas, tirando al suelo a los que tenían al lado, como si fueran piezas de un dominó. Para salvarme subí por el pasamanos y nadé sobre cuerpos que estaban tumbados unos encima de los otros. Algunos levantaban la mano, pedían ayuda. Pero no conseguían moverse. Conseguí agarrar a un muchacho, y desplazarlo unos metros en busca de una ambulancia, pero ya estaba muerto. Alejándome del estadio, vi que los cadáveres eran centenares".
Los dos equipos son enviados a los vestuarios. Desconocen por completo qué ha sucedido. No les dan ninguna explicación. Ni a los holandeseses, ni a los locales. Ninguna información. Convenía que no se supiera nada. No hay que olvidar que nos encontramos en una situación, en 1982, en que la Unión Soviética de Breznev se encuentra en un estado precario. La superioridad mostrada por los americanos, el retraso en la carrera tecnológica, el modelo socialista caduco... estaba llevando al país a dar una imagen de cara al resto del mundo lamentable. Así que cualquier mala noticia, cualquier suceso que pudiera empeorar aún la imagen del país, debía ser ocultada. No podía ver la luz. Y eso se hizo con la tragedia que se acababa de vivir en un campo de fútbol.
Al día siguiente, la prensa de Moscú habla de "algún incidente que ha provocado alguna lesión en algunos aficionados", sin dar mayores informaciones. No fue hasta meses después, con el fallecimiento de Breznev y la entrada de Jurii Andropov como secretario del PCUS, cuando se admitió que aquella noche, en el Central Lenin, habían fallecido 67 personas.
Pero no tardaron en afirmarse, desde fuentes no oficiales, que fueron muchos más los espectadores que perdieron la vida en aquel partido. Una teoría que sigue defendiéndose hoy. Historiadores que se han dedicado a reconstruir el suceso apuntan, sin certeza, que podría haber 300 muertos. Incluso, se habla de que varios militares, por orden del Kremlin, se dedicaron a recoger y modificar certificados de muerte con el objetivo de que muchos de ellos "aparecieran" muertos en otros lugares y otras circunstancias.

Recuperando la historia

Durante años, apenas se hizo mención a la tragedia vivida en el Central Lenin, desde 1992 rebautizado como Luzhniki Stadium. Tampoco de Panchickhin, gerente del estadio, que fue el habitual cabeza de turco en este tipo de situaciones, acusado de ser uno de los causantes de la tragedia, condenado a 18 meses de trabajos forzados. Pero poco a poco pedazos de la historia vivida van saliendo a la luz. Sobre todo, desde el derrumbamiento de la URSS. Y en 1990 se lleva a cabo la construcción de un monumento conmemorativo en los exteriores del estadio.

En el año 2007 exjugadores de ambos equipos, del Spartak de Moscú y del Haarlem, se reencontraron en el Luzhniki para disputar un encuentro amistoso pero, sobre todo, para conmemorar a todos las víctimas de aquella catastrófica noche. A pesar de que a día de hoy se siga desconociendo el número exacto de esas víctimas. Lo que sí se conoce es que se trata de la mayor tragedia del fútbol soviético, porque a pesar de los esfuerzos, dejó de ser secreta.

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