2/10/11

Zúrich V Basilea. ‘Polish boyfriend’: Cuando los suizos pierden la calma



Por: Toni Padilla.

Suiza. Arrastrando siempre su fama de ser un paraíso. De lugar ideal para vivir, para subir montañas o esconder tu dinero. Suiza, con un fútbol mestizo gracias a los hijos de los inmigrantes que antes encontraban ciertas facilidades para empezar una nueva vida. Y que ahora ven cómo les cierran más puertas, generando preocupación en la Federación de fútbol local, entidad consciente de que los hijos de los inmigrantes son los que han permitido hacer renacer su fútbol.
Tierra de deportes. De esquí y, cómo no, de Roger Federer. Federer, ese hincha del Basilea que ha enamorado con una raqueta. Basilea, la ciudad fronteriza donde el equipo local se empeña en sacar buenos jugadores y maravillar Europa. De la cantera del Basilea han salidoo han militado los hermanos Yakin, los hermanos Xhaka, Marco Streller, Shaqiri, Stocker,Kuzmamovic, Rakitic, Sommer, Frei, Inler o Derdiyok. La mayor parte de ellos suizos hijos de inmigrantes o refugiados de guerra.

Suiza, rompiendo con su imagen tópica (y como todo tópico, más falsa que cierta), vive derbis temibles. Violentos. La principal rivalidad, más que enfrentar a dos equipos, enfrenta a dos ciudades: Basilea con Zúrich. Siempre que el Basilea juega contra uno de los dos equipos grandes de Zúrich, ya sea el Grasshopper  o el FC Zúrich, saltan chispas.
La rivalidad es máxima. Aunque durante otras décadas era más caliente un Basilea-Grasshopper, pues el Grasshopper, identificado por la imaginación popular como el equipo de la clase alta de Zurich, era el club más ganador. En función de qué equipo de Zurich está más fuerte, el derbi late más o menos, pues en el fondo, es la rivalidad entre dos ciudades. Y en Basilea el otro club, el Concordia, es demasiado pequeño e incluso está afiliado al FC Basilea. Así pues, el honor de Zurich lo defienden dos clubes. El de Basilea, sólo uno. Ese equipo que triunfa en Europa y lidera la tabla con comodidad. Con el dinero de una de las multinacionales con sede en Basilea, Novartis, el club ha levantado un fútbol base maravilloso ganando 8 de las últimas 12 ligas. Y este año pinta que llegará otra.
El Basilea, entrenado por Murat Yakin, lidera la liga con 48 puntos, cinco más que el Grasshopper. El Zurich, cuarto por detrás del Young Boys de Berna, podría, en caso de ganar, hacer un favor al Grasshopper. Su otro enemigo. Cosas de las rivalidades.
Ayudó mucho en incrementar la rivalidad entre el Zurich y el Basilea el famoso partido del 13 de mayo del 2006. Basilea y FC Zurich jugaban en el estadio del primero, Saint Jakobs, en la última jornada de liga. El empate le daba la liga al Basilea. Y en el minuto 92, con empate 1-1, Filipescu marcó el 1-2. El Zurich le ganó la liga en su casa al equipo azulgrana. El partido acabó mal, con hinchas saltando al césped, enfrentamientos con la policía e incluso jugadores del Zurich agredidos. Ese título del Zurich en medio de los años dorados del Basilea han elevado aún más la tensión y ahora cada derbi moviliza centenares de policías.
Más allá de los goles del eterno Marco Streller en el Basilea o de Gavranovic en el Zurich, este partido enfrenta dos ciudades y sus formas de ser. Basilea es una ciudad viva. Situada en la frontera con Alemania y Francia, es sede de muchas empresas, tiene baretos de mala muerte, clubes nocturnos y una gran tradición comercial. Bien situada en una zona de fronteras, y con el Rin al lado, Basilea fue un importante centro cultural durante los años de la reforma protestante. Basilea se siente orgullosa de ser una ciudad donde se genera dinero. De ser una ciudad industrial. Zurich es el lugar ideal para gastar el dinero. Una ciudad más señorial, con sus cafés elegantes, su ópera, sus paseos en barco por el lago. Zurich es la ciudad importante porque toma las decisiones. Zurich es la ciudad comercial. Basilea genera, Zurich administra.

Basilea es una ciudad más internacional. Por la inmigración y las fronteras. Una ciudad con aroma francés (aquí se asentaron millares de franceses en el siglo XVIII al ser expulsados de Francia por ser protestantes) en la frontera con Alemania. Zurich es una ciudad muy suiza, muy señorial. Con sus locuras (se tiene que visitar el Cabaret Voltaire y descubrir qué pasó aquí), todas protagonizadas por gente de buena cuna. Con su sensación de poder.
Las dos ciudades son orgullosas. Suiza tendrá fama de ser el sitio más pacífico de Europa, pero no siempre fue así. La rivalidad nace en las centenares de batallas que durante años asolaron esta tierra (consultad esta lista de guerras, es alucinante como les gustaba aporrearse). Durante siglos, cada valle, cada ciudad, luchaba contra las otras. Luego se puso por el medio la religión (protestantes contra católicos), y el resultado fue más de cinco siglos de valles suizos bañados en sangre, revueltas y odio. Sorprende que Suiza encontrara la fórmula del éxito. Quizás fue su sistema repartido en cantones, que garantizó que estas ciudades no se sintieran sometidas a ningún vecino cascarrabias.

Hoy, la rivalidad entre ciudades estimula la economía. Y solo cuando juegan los equipos de fútbol podemos intuir que los suizos fueron gente muy bruta en su momento. Cuando los hinchas del Basilea y el Zurich van al campo con sus banderas, las mismas que se veían en campos de batalla, la rivalidad se mantiene viva.

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