9/7/11

Inglaterra V Alemania.1990. Las lágrimas del Hooligan




Por: Edwin Medina

El 4 de Julio de 1990 en el estadio Delle Alpi de Turín se enfrentaban dos viejos conocidos, Inglaterra y Alemania. El vencedor pasaría a la final, y el derrotado lloraría de vergüenza. Fueron ciento veinte minutos de resistencia, pasión, golpes, insultos, expulsiones y al final, una apasionante definición por penaltis con alegría para unos  y frustraciones para otros.
Los 90 llegaron con vientos de cambio para el viejo continente. La Guerra Fría había llegado a su fin, el Muro cayó en Berlín, la URSS fue desterrara de esta tierra mientras Gorbachov festejaba con vodka. Los ingleses anhelaban comenzar la década con triunfos categóricos de su selección, así como lo habían conseguido sus clubes, en los 80 el Nottingham Forest (el cual ganó la copa como debutante y repitió al año siguiente) el Liverpool y Aston Villa obtuvieron la Copa de Europa, pero a nivel de selecciones los británicos no lograban levantar una Copa desde que organizaron la Copa mundo de 1966. En la sociedad inglesa aún las cicatrices de las tragedias de Heysel y Hillsborough permanecían en el imaginario colectivo de los ingleses, como si fuesen imposibles de erradicar, pero seguro, un triunfo en la Copa del Mundo de 1990 daría un renacimiento emocional en el golpeado fanático inglés.  
La selección inglesa contaba con una gran generación de futbolistas. El más talentoso era Paul Gascoigne, perspicaz, brillante y pendenciero. Pupilo favorito del entrenador de aquel entonces Bobby Robson. Mientras los alemanes contaban con baluartes de la casta de Matthaus, Klinsman y Voeller. Sin duda, sería una batalla épica.

El partido comenzó. Con Gascoigne como líder estaba haciendo un excelente trabajo junto con sus camaradas. Inglaterra hacía un partido perfecto en todas sus líneas. Al peligroso diez teutón Lothar Matthaus lo estaban controlando, algunas ocasiones con juego fuerte. Al defensa alemán Andreas Bremhe se le dificultaba parar al goleador del mundial hasta ese entonces, el gran Gary Lineker. Illger, portero alemán sufría con su defensa los ataques ingleses.

Hasta que llegó el peor error de la carrera futbolística de Paul Gascoigne. Minutos antes el volante inglés recibió una fuerte patada, nadie defendiendo una camiseta con tres leones en el pecho se quedaría tan sólo con una disculpa. Fue así como Gasgoine buscó su revancha, sin saber que sería  la peor decisión que pudo haber tomado. Gasgoigne corrió hacia donde estaba el volante alemán y le propinó un violento golpe, Paul vio la segunda amarilla, salió expulsado. Supo lo que era estar muerto en vida. Llorando, desconsolado, cabizbajo se retiró del terreno de lucha, sabía que los leones ingleses sin su caudillo iban a fenecer ante la artillería alemana.

Inglaterra fue el mejor equipo durante los 90 minutos y Alemania en el tiempo extra. Los ingleses con valentía aguantaron con un hombre menos hasta llevar la batalla a la definición desde los doce pasos, donde tuvieron mejor suerte (como siempre) los alemanes. Fue la forma más cruel de eliminación para los ingleses sobre todo después de una actuación tan maravillosa. Lineker cae de rodillas mientras Matthaus deja atrás la celebración del triunfo para consolar a sus rivales, un gran gesto de un jugador de clase mundial como siempre lo fue. Bobby Robson sonríe con tristeza, pero también con orgullo mirando al cielo, como diciendo: “Vaya suerte”. Sabe lo cerca que estuvieron de derrotar a su enemigo número uno. Días después, los teutones se coronaron campeones del mundo ante la Argentina de Maradona.

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