12/2/12

Dinamarca Vs Alemania. Aquel verano del 92´

Jugadores daneses festejando su triunfo en la final de la Euro 1992. 


—¿Adónde va el señor?
—No lo sé –dije–, fuera de aquí. Es la única manera en que puedo alcanzar mi meta.
—¿Conoce su meta?
—Sí –contesté–, te lo acabo de decir. Fuera de aquí, ésa es mi meta.

Franz Kafka (1883-1924), de su relato “La Partida”.


-Señor, quisiera pedirle permiso para faltar mañana.
-¡Tan joven y tan irresponsable! De seguro es para ir a jugar fútbol. Eso no te da de comer.
-Se lo suplico.
-Me encantaría decirte que sí, pero la respuesta es no. Un día me lo agradecerás y sabrás que te di una lección de responsabilidad. Procura tu empleo y no al equipucho donde eres nadie. 
Tras no haber obtenido permiso, el joven decidió que al día siguiente no iría a trabajar. Y lo cumplió. No se presentó a efectuar sus labores diarias. Los ancianos tuvieron que comportarse para no ensuciar la casa, pues el chico de la limpieza los dejó a su suerte. Por un día evitaron tirar libros y periódicos en el suelo. Comieron con demasiada calma, tres horas para alimentarse, con tal de no manchar los muebles. El hombre que negó la autorización a la ausencia del chico estaba muy enojado por su falta de compromiso. No obstante agradeció la “irresponsabilidad” porque así aprendió a sentirse útil en su etapa de adulto mayor.
En tanto, el joven, quien también se tomó el día ante sus compañeros de equipo, estaba en casa viendo el partido entre Francia y Dinamarca de la Eurocopa 1984. Sentado en la comodidad de su hogar, sin trapear ni barrer, presenció a Michel Platini anotando el único gol del encuentro. La derrota de los suyos lo desilusionó. No obstante se fijó una meta. A la mañana siguiente se presentó con el anciano para informarle que renunciaba.

-Ya me lo esperaba. Es lógico que los viejos te aburran y te den asco. Pero déjame decirte algo, ya no te necesitamos. Nosotros podemos valernos solos.
-No es eso. Usted me dijo que aprendiera a ser responsable y ayer me propuse serlo de otra forma.
-¿Sí? ¿Cómo?
-La daré una Eurocopa a este país. Del empleo al fútbol prefiero al fútbol. Y créame, ganaré la Euro.

El anciano le creyó. Le vio tan seria y firme la mirada, lo escuchó tan propio y seguro que confió en él. Antes de despedirse, el viejo le obsequió un libro, Hansel y Gretel. El joven lo aceptó con confusión. -“¿Y esto para qué me puede servir?” - “Para que cuando lo veas sepas que alguien ha creído en ti”.
A partir de ese momento, el joven se hizo acompañar del libro. No solamente lo portaba para recordar que alguien respaldó su objetivo, sino también para leerlo de vez en cuando. “Si los cuentos de hadas existen en la literatura también existen en el futbol. Unos escriben sueños con letras, otros con el balón”, les decía a sus amigos. Mientras muchos lo tiraron de creador de utopías, de iluso, Yugoslavia le daría la razón a sus fantasías. Así lo hizo saber en una entrevista concedida a la UEFA:

“Estábamos almorzando y el primer rumor era que quizás Yugoslavia podía ser expulsada y que nosotros tendríamos que ocupar su plaza. Y cuando volvimos del entrenamiento, así era. Se confirmó y éramos oficialmente una de las selecciones participantes del torneo”.

Dinamarca llegó de sorpresa al certamen efectuado en Suecia y con la misma sorpresa enmudeció al mundo con la obtención del título venciendo a Alemania en la final. El sueño del joven “irresponsable”, del trabajador de limpieza que prometió responsabilidad con la conquista de una Eurocopa, se convirtió en realidad.
Tras la hazaña volvió a Dinamarca. Con Hansel y Gretel en la mano acudió a un asilo de ancianos. Primero se dispuso a ayudarlos a hacer la limpieza. Posteriormente se puso a charlar con ellos y finalmente concluyó su visita leyéndoles el cuento que le regaló el viejo que creyó en él. Después le dio rienda suelta al festejo masivo con sus compañeros de selección y con cientos de daneses que recibieron como héroes a sus jugadores.
“Creo que, sobre todo, el mejor momento fue cuando estábamos en el ayuntamiento de Copenhague celebrando con el resto del país. Eso fue increíble, realmente increíble. En ese momento dices Dios, lo hemos logrado, no es un sueño“, expresó en una entrevista a la FIFA.

De los trapos y las escobas a unos guantes de portero, Peter Schmeichel arquero y capitán de aquella selección campeona en 1992 escribió así su propio cuento. Todo inició porque no se presentó a trabajar.


Escrito de Eduardo Galeano sobre la sorprendente Dinamarca campeona de la Euro 1992

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