Jugadores daneses festejando su triunfo en la final de la Euro 1992. |
—¿Adónde va el señor?
—No lo sé –dije–, fuera de aquí. Es la única manera en que
puedo alcanzar mi meta.
—¿Conoce su meta?
—Sí –contesté–, te lo acabo de decir. Fuera de aquí, ésa es
mi meta.
Franz Kafka (1883-1924), de su relato “La Partida”.
-Señor, quisiera pedirle permiso para faltar mañana.
-¡Tan joven y tan irresponsable! De seguro es para ir a
jugar fútbol. Eso no te da de comer.
-Se lo suplico.
-Me encantaría decirte que sí, pero la respuesta es no. Un
día me lo agradecerás y sabrás que te di una lección de responsabilidad.
Procura tu empleo y no al equipucho donde eres nadie.
Tras no haber obtenido permiso, el joven decidió que al día
siguiente no iría a trabajar. Y lo cumplió. No se presentó a efectuar sus
labores diarias. Los ancianos tuvieron que comportarse para no ensuciar la
casa, pues el chico de la limpieza los dejó a su suerte. Por un día evitaron
tirar libros y periódicos en el suelo. Comieron con demasiada calma, tres horas
para alimentarse, con tal de no manchar los muebles. El hombre que negó la
autorización a la ausencia del chico estaba muy enojado por su falta de
compromiso. No obstante agradeció la “irresponsabilidad” porque así aprendió a
sentirse útil en su etapa de adulto mayor.
En tanto, el joven, quien también se tomó el día ante sus
compañeros de equipo, estaba en casa viendo el partido entre Francia y Dinamarca
de la Eurocopa 1984. Sentado en la comodidad de su hogar, sin trapear ni
barrer, presenció a Michel Platini anotando el único gol del encuentro. La
derrota de los suyos lo desilusionó. No obstante se fijó una meta. A la mañana
siguiente se presentó con el anciano para informarle que renunciaba.
-Ya me lo esperaba. Es lógico que los viejos te aburran y te
den asco. Pero déjame decirte algo, ya no te necesitamos. Nosotros podemos
valernos solos.
-No es eso. Usted me dijo que aprendiera a ser responsable y
ayer me propuse serlo de otra forma.
-¿Sí? ¿Cómo?
-La daré una Eurocopa a este país. Del empleo al fútbol
prefiero al fútbol. Y créame, ganaré la Euro.
El anciano le creyó. Le vio tan seria y firme la mirada, lo
escuchó tan propio y seguro que confió en él. Antes de despedirse, el viejo le
obsequió un libro, Hansel y Gretel. El joven lo aceptó con confusión. -“¿Y
esto para qué me puede servir?” - “Para que cuando lo veas sepas que alguien ha
creído en ti”.
A partir de ese momento, el joven se hizo acompañar del
libro. No solamente lo portaba para recordar que alguien respaldó su objetivo,
sino también para leerlo de vez en cuando. “Si los cuentos de hadas existen en
la literatura también existen en el futbol. Unos escriben sueños con letras,
otros con el balón”, les decía a sus amigos. Mientras muchos lo tiraron de
creador de utopías, de iluso, Yugoslavia le daría la razón a sus fantasías. Así
lo hizo saber en una entrevista concedida a la UEFA:
“Estábamos almorzando y el primer rumor era que quizás
Yugoslavia podía ser expulsada y que nosotros tendríamos que ocupar su plaza. Y
cuando volvimos del entrenamiento, así era. Se confirmó y éramos oficialmente
una de las selecciones participantes del torneo”.
Dinamarca llegó de sorpresa al certamen efectuado en Suecia
y con la misma sorpresa enmudeció al mundo con la obtención del título
venciendo a Alemania en la final. El sueño del joven “irresponsable”, del
trabajador de limpieza que prometió responsabilidad con la conquista de una
Eurocopa, se convirtió en realidad.
Tras la hazaña volvió a Dinamarca. Con Hansel y Gretel en
la mano acudió a un asilo de ancianos. Primero se dispuso a ayudarlos a hacer
la limpieza. Posteriormente se puso a charlar con ellos y finalmente concluyó
su visita leyéndoles el cuento que le regaló el viejo que creyó en él. Después
le dio rienda suelta al festejo masivo con sus compañeros de selección y con
cientos de daneses que recibieron como héroes a sus jugadores.
“Creo que, sobre todo, el mejor momento fue cuando estábamos
en el ayuntamiento de Copenhague celebrando con el resto del país. Eso fue
increíble, realmente increíble. En ese momento dices Dios, lo hemos
logrado, no es un sueño“, expresó en una entrevista a la FIFA.
De los trapos y las escobas a unos guantes de portero, Peter
Schmeichel arquero y capitán de aquella selección campeona en 1992 escribió así su propio cuento. Todo inició porque no se presentó a
trabajar.
Escrito de Eduardo Galeano sobre la sorprendente Dinamarca campeona de la Euro 1992 |
HERMOSO............. :) ....
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