Pancarta en homenaje a Jorge Eliecer Gaitán en la popular de Santa Fe |
En agosto de 1948 se jugó el primer torneo de fútbol
profesional en Colombia, en ese mismo año, en el país se daba el inicio de una
larguísima guerra civil por el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer
Gaitán.
Por Alejandro Pino Calad
“Ultimas noticias con ustedes. Los conservadores y el
gobierno de Ospina Pérez acaban de asesinar a Gaitán…” Radio Nacional, 9 de
abril de 1948 [1]. En menos de tres horas, media ciudad ardía en llamas tras la
descarga de violencia que el pueblo había desatado contra el gobierno y contra
todo lo que se interpusiera a su paso después de conocer la noticia de la
muerte de su líder a manos del odiado conservatismo, noticia dada por medios
radiales intervenidos por los líderes liberales que buscaban la caída de Ospina
y su partido del poder presidencial.
Ese día, enfurecidos y cargados de desesperanza, las clases
populares de Bogotá y luego de todo el país vengaron con muertes, saqueos y destrucción
el asesinato de su líder y posible redentor. Lo que comenzó como una protesta
violenta con fines políticos, terminó como un derroche de vandalismo y
brutalidad alentado por el licor. La policía, que estaba vinculada al Partido
Liberal desde el gobierno de Alfonso López, tomó parte en la revuelta a favor
del pueblo y el ejército evitó, a costa de muchas muertes, que la masa iracunda
se tomara el palacio de gobierno.
Para esa fecha, como parte del proceso de
internacionalización del país en el nuevo orden mundial, se reunía en Bogotá la
Conferencia Panamericana cuyo tema central era evitar el desarrollo del
comunismo en las naciones americanas, con lo que el gobierno de Ospina, con el
respaldo del de Washington, declaró oficialmente que el comunismo internacional
liderado por Stalin había asesinado al líder liberal para desestabilizar la
conferencia e, incluso, tomarse el poder en Colombia. Era la entrada de frente
del país en la Guerra Fría.
El gobierno se sostuvo con el apoyo del ejército y con el
mantenimiento de la política de unión nacional que terminó llevando a Darío
Echandía al Ministerio de Gobierno para tratar de apaciguar la furia del pueblo
liberal que reclamaba venganza. Finalmente Ospina retomó el control absoluto de
todas las ciudades el 16 de abril, pero la violencia se trasladó entonces a las
zonas rurales en las que unos se mataban con otros y el machete se volvía un
elemento indispensable para salir de la casa. En Barrancabermeja, por ejemplo,
el ejército pudo restablecer la autoridad del ejecutivo sólo dos meses después
y en ese lapso muchos conservadores fueron asesinados.
En las ciudades se recogían cuerpos de las calles y varios
sectores habían quedado arrasados por el vandalismo. Imperaba el toque de queda
y la tensión social era casi incontenible frente a la desesperanza y la
posibilidad de que la muerte llegara en cualquier momento.
Antes de que los ánimos reprimidos se calentaran de nuevo,
el gobierno ordenó ese 16 de abril que se reabrieran los teatros y empezaran
las funciones de cine cuanto antes, y que los partidos de fútbol estaban
permitidos: el gobierno trasladó así las pasiones políticas al desenvolvimiento
de lo lúdico como espacio de catarsis como ya lo habían hecho los regímenes
totalitarios europeos en los 30 [2].
De esta forma, el domingo 18 se llevó a cabo la inauguración
del campeonato de fútbol de la Federación del Atlántico con “total solemnidad”
y la presencia de 53 equipos [3] a pesar de que el sector comercial estaba
hecho cenizas y que la iglesia de San Nicolás fue destruida. El domingo 11 de
abril, precisamente, estaba programado un doblete en El Campín entre
Millonarios vs Libertad de Costa Rica y Santa Fe vs Alianza Lima, partidos que
fueron cancelados por la situación de la capital. Sin embargo, después del 16
Millonarios y Santa Fe decidieron jugar un partido a beneficio del ejército
como homenaje a su labor patriótica en los días anteriores, y, además, para
darle entretenimiento a la ciudad tras los momentos difíciles que había pasado
[4].
Igual pasó en el resto del país, se organizaron clásicos
regionales o partidos atractivos para distraer al público y dar la sensación de
que los problemas habían sido superados, y fue así como el 25 se enfrentaron en
Manizales Deportes Caldas y Once Deportivo, en Cali Deportivo Cali y Boca
Juniors, y en la capital de Antioquia Medellín y Alianza Lima, sin contar con
que en la costa se estaban jugando partidos domingos y miércoles en el marco
del campeonato regional.
La situación se calmó en las ciudades pero no en el campo,
hecho que el gobierno solucionó con una censura que se tomó los periódicos
liberales, que empezaron a aparecer con hojas y recuadros en blanco.
Los habitantes de las ciudades estaban hastiados de esto y
de toda la tensión que generaba la situación política que hacía que cada vez se
vieran más desplazados en las calles. La situación de los campos y el aumento
de población en las ciudades hizo que en ciertas zonas el alimento se volviera
insuficiente y la gente, desesperada, empezó a buscar salidas y espacios en una
oferta de entretenimiento que resultaba insuficiente.
Y ahí llegó la Dimayor
El 27 de junio los dirigentes de los equipos más populares
de cada región, encabezados por Alfonso Senior de Millonarios, decidieron
formar la Dimayor (División Mayor del fútbol colombiano) y organizar un
campeonato profesional con partidos de ida y vuelta en cada ciudad
participante, el cual daría el primer gran campeón del fútbol colombiano. El
campeonato arrancaría el 7 de agosto como un homenaje a la patria en esos difíciles
momentos [5] y se permitiría el ingreso de máximo dos equipos por ciudad.
Un campeonato profesional que mantuviera todos los domingos
un buen espectáculo en la ciudad fue aplaudido por la prensa de las capitales
importantes por el beneficio deportivo y, sobre todo, social que le traería al
país.
El nacimiento de la Dimayor generó un cisma entre esta y la
ADEFUTBOL (Asociación Colombiana de Fútbol) pues ésta última veía como se le
iban de sus manos los equipos populares y que llevaban gente a los estadios. El
resultado fue que la ADEFUTBOL, que era la socia de la FIFA, no reconociera a
la Dimayor y el torneo organizado por esta fuera considerado por el regente del
fútbol mundial como “pirata”.
Los equipos miembros de la Dimayor eran diez: Millonarios y
Santa Fe por Bogotá, América y Deportivo Cali por esa ciudad, Atlético
Municipal y Deportivo Independiente Medellín por la capital de Antioquia,
Junior de Barranquilla, Deportes Caldas y Once Deportivo en representación de
Manizales, y la Universidad Nacional de Bogotá, que jugaba por Pereira en un
comienzo pero que, ante los altos costos, terminó jugando los sábados en la
capital.
Finalmente por problemas logísticos el campeonato no pudo
empezar el día patrio acordado sino que arrancó el 15 de agosto y a partir de
ese instante el país se transformó: nunca antes había encontrado una fiesta y
una distracción tan ampliamente difundida y tan frecuente.
El estado de catarsis en las ciudades fue total pues lo que
pasaba en los campos pasó a un segundo plano así como la coyuntura
internacional de la Guerra Fría, y los medios, con el boom de publicaciones y
páginas especializadas, ayudaron para eso: “Ya a esta altura ninguno niega que
lo primero que hacen lo lectores de los periódicos el día lunes es ir directamente
hacia las páginas deportivas, antes que aquellas que dan noticias sobre
acontecimientos de otra índole –así sea de las que hablan sobre la tercer
guerra mundial- con el ánimo de despejar las incógnitas que desde la noche
anterior le han impedido el sueño en sosiego” [6].
Alfonso Senior, el gran responsable de esta
profesionalización escribiría años después: “El fútbol traduce la necesidad
biológica de excitación, de pasión, de extroversión de las personas y ayuda a
descargar esa caldera social en la cual se cocinan explosivos ingredientes que
forman parte de los disturbios populares” [7]. Y eso pasó en las ciudades
colombianas: el estadio era el lugar de encuentro de la gente sin importar su
partido, filiación política o clase social. Era la oportunidad de que tanto
liberales como conservadores mostraran intereses comunes y estuvieran unidos en
paz por 90 minutos.
La fiebre de fútbol invadió todas las estancias de la vida
nacional. El 4 de diciembre la Revista Semana, dirigida por Alberto Lleras y
con una línea política e internacional, por primera vez en su corta historia no
tuvo la foto de un político, personalidad cultural o líder mundial sino que,
por el contrario, tuvo en portada la foto de Julio “Chonto” Gaviria, arquero de
Santa Fe y gran ídolo de la afición capitalina.
En el artículo sobre el jugador dice, haciendo clara
referencia a la evolución que he tratado de explicar, que “los colombianos no
discutían antes sino sobre política y poesía. Desde 1938 también discuten sobre
fútbol” [8].
Los narradores y comentaristas radiales tuvieron su cuarto
de hora, y empezó a captar el favoritismo y el respeto del público el
costarricense Carlos Arturo Rueda quien llevaba varios años escribiendo para El
Espectador. La radio adquirió una nueva dimensión pues significaba la posibilidad
de reunirse con los amigos a escuchar los partidos, y la sensación de estar en
un estadio sin estarlo.
La importancia del fútbol hizo que apareciera en la prensa y
en la radio la figura del analista, y esto representó un cambio en la dimensión
de la comprensión del deporte pues, además de contar lo que pasaba durante el
partido, el fútbol ameritaba una explicación pseudocientífica del desarrollo
del juego, alguien que analizara los sistemas y el desempeño de los elementos
de esos sistemas. Alberto Ríos, por ejemplo, analizaba las jugadas de una
manera tan científica que medía la distancia de los disparos errados al arco y
en las transmisiones se le podía escuchar decir: “Ese disparo pasó a un metro
dieciocho centímetros y tres milímetros del arco defendido por Chonto”.
Esto hizo que aumentara la afición, que se sentía partícipe
de algo realmente importante. El primer campeón fue Santa Fe, el 19 de
diciembre de ese histórico año en el que casi todos los estadios se mantuvieron
llenos [9]. La victoria del equipo rojo de Bogotá, sin embargo, tuvo algo
significativo no sólo por imponerse al Junior y a Millonarios, los dos grandes
favoritos por la traidición futbolística del primero (incluso había
representado al país como selección Colombia) y los jugadores extranjeros del
segundo.
Santa Fe, un equipo sin tantas figuras pero de origen
distinguido en el Gimnasio Moderno, venció al todopoderoso Millonarios en un
hecho que fue interpretado por muchos como la reivindicación del pueblo, pues
Santa Fe se había vuelto eso, el equipo del pueblo, el trabajador, el sufrido,
y sobre todo el antagonista del rico, boyante y soberbio Millonarios.
Para la historia quedaron los seis penales que atajó
‘Chonto’ Gaviria a lo largo del torneo; las 12 victorias en 18 juegos, en donde
sólo perdió tres veces; los 57 goles que hicieron delirar a su naciente
hinchada, 20 de ellos marcados por Jesús María Lires, el talento de Luis Rubio,
Germán Antón, José Kaor y Antonio Julio de la Hoz, pero sobre todo el
simbolismo político que tuvo esta victoria.
La camiseta roja del equipo fue asociada al Partido Liberal
y a Gaitán, quien como alcalde construyó El Campín, y el hecho de que esta
hubiera sido la primera en coronarse como campeona en Colombia fue motivo de un
montón de metáforas que incluso tienen hoy en día la imagen del caudillo como
una de las insignias de las barras del equipo, aún cuando nunca se supo a quién
le hacía fuerza.
Así nació nuestro fútbol profesional, en medio de una
coyuntura política y una crisis que dejó para la historia esa estrella blanca
en el pecho rojo del primer campeón.
Notas:
[1] Alape, Arturo. El Bogotazo, Memorias del olvido.
Planeta. 1987. Pág. 254
[2] Dunning, Eric y Norbert Elias. Deporte y Ocio en el
proceso de civilización. Fondo de Cultura Económica. 1992.
[3] El Espectador. Bogotá. Junio 19 de 1948.
[4] “La gente se merece entretenerse y pensar en otras
cosas” dijo Carlos Aldabe, entrenador de Millonarios, a El Espectador. Ver El
Espectador. Bogotá. Abril 17 de 1948.
[5] El Tiempo. Bogotá. Julio 1 de 1948
[6] El Tiempo. Bogotá. Agosto 30 de 1948. Pág. 10
[7] Senior, Alfonso. El deporte descongestiona la caldera
social en Lecturas Dominicales. Bogotá. Agosto 14 de 1977
[8] Revista Semana No. 111. Bogotá. Diciembre 4 de 1948
[9] En Medellín no se jugaba en un estadio sino en el
hipódromo y a veces al mismo tiempo que se disputaban las carreras dando un
espectáculo impresionante al público.
Tomado de: Fútbol Rebelde
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