José Leandro Andrade |
José Leandro Andrade fue el primer titular negro de una
selección uruguaya que hasta el momento sólo incluía jugadores blancos. Con él,
Uruguay se proclamó campeón olímpico en 1924 y 1928, y campeón del mundo en
1930, en el primer campeonato del mundo de la historia. Después fue bailarín de
music-hall y un gran campeón de tango. Murió a los cincuenta y seis años, solo
y pobre, el 3 de octubre de 1956. Estas son las palabras de su paisano Eduardo
Galeano sobre Andrade en el libro El fútbol a sol y sombra.
Europa nunca había visto a un negro jugando al fútbol. En la
olimpíada del 24, el uruguayo José Leandro Andrade deslumbró con sus jugadas de
lujo. En la línea media, este hombrón de cuerpo de goma barría la pelota sin
tocar al adversario, y cuando se lanzaba al ataque, cimbreando el cuerpo
desparramaba un mundo de gente. En uno de los partidos atravesó media cancha
con la pelota dormida en la cabeza. El público lo aclamaba, la prensa francesa
lo llamaba, La Maravilla Negra.
Cuando el torneo terminó, Andrade se quedó un tiempo anclado
en París. Allí fue errante bohemio y rey de cabaret. Los botines de charol
sustituyeron a las alpargatas bigotudas que había traído de Montevideo y un
sombrero de copa ocupó el lugar de la gorra gastadita. Las crónicas de la época
saludaban la estampa de aquel monarca de las noches de Pigalle: el paso
elástico y bailarín, la mueca sobradora, los ojos entornados que siempre
miraban de lejos y una pinta que mataba: pañuelos de seda, chaqueta a rayas,
guantes de color patito y bastón con empuñadura de plata.
Andrade murió en Montevideo, muchos años después. Los amigos
habían proyectado varios festivales en su beneficio, pero nunca se realizó
ninguno. Murió tuberculoso, y en la última miseria.
Fue negro, sudamericano y pobre. El primer ídolo internacional del fútbol.
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