Messi-Boateng. |
Hugo Asch.
De la humanidad de un maestro forma parte el poner en
guardia contra sí mismo a sus alumnos”. Friedrich Nietzsche (1844-1900);
de “Aurora” (1881), aforismo 447.
El problema con Messi es que siempre hay más archivo que
memoria, las cámaras registran cada movimiento suyo y nos llenan de pereza a la
hora de explicarlo. Nadie quiere oír sobre Messi. Todos corren a verlo, una y
otra vez, ejerciendo su curioso oficio: desafiar los límites de lo posible.
Maldita perfección. Para contrarrestar su efecto
anestesiante –al menos a mí me pasa, tal vez porque me interesan demasiado las
palabras–, me obligo a no ver más de un replay. Que el resto sea pura
sensación. Un recuerdo: eso que Woody se pregunta, en la línea final de Otra
mujer, si es algo que tenemos o hemos perdido.
Se lo confesé a Perfumo, alguna vez: “Yo te vi hacer cosas
que ni vos sabés que hiciste”. Fui testigo, a mis 9 o 10 años, en el Coliseo.
El la pisaba en el ángulo del córner, de espaldas a la cancha, acorralado por
Chirola Yazalde, el 10 de Independiente. Entonces, sucedió: taco, túnel y
salida limpia, elegante, muy a su estilo, con pelotazo de manual que aterrizó
en el pecho de Maschio. ¿Si fue tal cual? Qué importa. Esa jugada creció
conmigo. Es más, la veo ahora mismo, mientras escribo.
Borges, obsesionado con el tiempo y sus misterios, solía
citar una frase que escuchó de boca de su padre, Jorge, y que lo perturbó desde
jovencito. El creía que si vivimos un hecho y lo grabamos en nuestra memoria,
lo que después recordaremos será, ya no el hecho, sino ese primer recuerdo. El
resto será olvido; bruma o fantasía, alimento para mitos.
Pero con Messi no hay espacio para invenciones: todo lo suyo
está a la vista, multiplicado en las pantallas, impecable como una ficción.
Cuando entra en acción, propios y extraños se preparan sólo para lo
inverosímil. Que, tarde o temprano, sucede.
Pep Guardiola lo presentía. Lo dijo antes de entrar, como
una visita incómoda, al club que lo vio nacer y crecer. “Uno prepara su
estrategia, piensa el partido, pero si interviene Messi, bueno… en ese caso, no
hay nada que se pueda hacer”.
Jerome Boateng, campeón mundial en Brasil, 1,92 de puro
músculo, fue atropellado por el asombro. Esperaba un enganche hacia adentro
pero no, maldito sea: giró hacia afuera. Cuando lo supo ya se derrumbaba, sin
esa dignidad en la derrota que sí tuvo Mano de Piedra Durán, anestesiado por la
derecha asesina de Tommy Hearns. El pobre Boateng se desarmó como un
títere al que le cortan los hilos. Quedaba Neuer, el mejor arquero del
planeta. Messi se la pinchó con su pierna menos hábil, si tal cosa es posible.
Un gol hermoso, algo cruel.
Tres minutos antes, a los 77, había hecho el primero: latigazo
de zurda antes de pisar el área, llegando por derecha. Un clásico. En el minuto
final le sirvió el tercero a su amigo Neymar. Caso cerrado. Edipo resuelto para
el Barça. “Nos vemos en la próxima”, les dijo Sigmund Messi, en riguroso
alemán. Nadie imagina un milagro.
Hasta ese súbito despertar, el duelo entre la criatura que
Guardiola formó en La Masía y su Bayern era una partida de ajedrez destinada a
ser tablas. Un equilibrio políticamente correcto, comprensible.
El Barcelona ya no es Xavi, Iniesta y Cesc, toque y toque
con Messi como gatillo, buscando una luz entre tanto defensor absorto. Hoy se
los ve menos barrocos, más directos, sustentados en su power trío: Leo, Neymar
–cómodo como partenaire de luxe– y Suárez, un 9 que, por fin, no lo irrita. Pero
la pólvora estaba mojada y este Bayern, letal pero ciclotímico lejos de casa,
aún está a mitad de camino entre el equipo de Heynckes y éste, que se acomoda
al sutil entramado guardioliano.
Pep sorprendió con una audaz defensa en línea de tres que
resultó una moneda al aire: a los 15 minutos ya eran cuatro. Mejor protegido,
propuso lo suyo: presión alta, posesión, juego a un toque, dinámica. Un equipo
preciso hasta la exageración; pero también, sin Robben ni Ribéry, un pájaro sin
alas. Para colmo, Lewandowski, máscara, tabique y mandíbula fracturados,
deambulaba en campo enemigo como un Darth Vader sin capa ni
leales. ¿Entonces? Ni el padre ni el hijo. Messi.
Que parece que no está y, cuando le da la gana, aparece y
hace lo suyo. Juega, con esa genialidad que le brota así nomás, como si nada.
Como hace veinte años en Rosario, cuando era un enanito impertinente que
desafiaba las leyes de la física con una pelota que parecía llegarle a las
rodillas mientras, a su paso, caían pequeños Boatengs.
Por cierto, me alegré por la asistencia y el penal
convertido por Carlitos Tevez para que su Juve le ganara 2-1 el primer chico al
Real Madrid. Me aburrí con la previsible pelea entre el avaro Mayweather y el
baqueteado Pacquiao.
la pelea Mayweather-Pacquiao. Un show tardío, cinco años más
tarde de su momento ideal. Una pena; pero no para ellos, que quintuplicaron sus
ingresos. A falta de interés deportivo, me concentré en el entorno. Uf, fue
peor. Amo el boxeo, pero su show berreta y carísimo me deprime. Ay, ese
cinturón con tres mil diamantes; ay, los que en la reventa pagaron por un ring
side lo que aquí vale una casa; ay, esa insólita capacidad que tiene Las Vegas
para superarse y ser, cada vez, más opulenta, más vulgar. La novela del negrito
brillante y arrogante que cuenta millones en público contra el piadoso y algo
baqueteado guerrero filipino que –oh, no– quiere ser presidente. Vaya si funcionó.
Todo muy lindo, pero en la semana de los big shows, el
espectáculo, una vez más, lo dio ese petiso con cara de nada que se divierte
negando lo imposible. Que nada sabe de Edipos futboleros, aburguesamiento o
falta de sed; que ya pasó la mitad de su vida en la ciudad donde creció, a puro
pinchazo y silencio, sin que se le haya pegado nada de su acento, esas eles tan
catalanas. Nada. Ni rastros, ni cicatrices. Puertas adentro, su familia.
Afuera, la pelota, él y el asombro ajeno como rutina. Suficiente.
Messi es raro genio del fútbol Basa Luo. Él tiene excelentes habilidades y velocidad absoluta. Barcelona es el equipo principal de la partitura. Barcelona y Bayern Munich partido, creo que debe ser muy emocionante. Expectativas de rendimiento de messi.
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