Diego Maradona en su presentación en el Sevilla FC |
Por: Edwin Medina.
Bilardo llegó aquella noche a su casa y encendió la
televisión para ver el resumen de la jornada dominical de la Liga
Española. Las imágenes que se
reproducían frente a sus ojos no las podía creer. Comenzó prontamente a
enfurecerse. Su semblante se endureció.
Sus puños se cerraron mientras golpeaba el sillón.
-
Pero qué hijo de puta.- Vociferaba el doctor.
El programa deportivo aún no terminaba. Pero Bilardo
ya había visto lo único que le interesaba. Salió de su casa inundado de ira,
rumbo a buscar a Diego Maradona para
cogerlo a trompadas.
Horas previas, de ese mismo día, Carlos Salvador
Bilardo, técnico del Sevilla FC había sustituido a Diego Maradona por bajo
rendimiento. A Bilardo que nunca se le escapó ningún detalle como entrenador,
se distrajo en otros asuntos y no percibió la furia que generó en Maradona
aquella sustitución. Mientras el petizo jugador caminaba lentamente con sus
guayos Puma hacia la línea de cal para darle ingreso a su compañero, no paró de
insultar a su DT.
Horas
después, las imágenes de aquel programa deportivo le hicieron dar cuenta que su
amistad con su viejo aliado de batallas no era la mejor.
Bilardo es un hombre acostumbrado a ganar o ganar.
La victoria por encima de todo. Así que si tenía que sustituir a su paisano por vencer, lo haría sin vacilación alguna.
Bilardo veía en los insultos que le dedicaba Maradona, una traición al entrenador que creyó en él: Previo al Mundial de México 86, Bilardo le entregó la cinta de capitán a Diego Maradona arrebatándosela al histórico Daniel Pasarella, creando una gran polémica en el país gaucho.
Bilardo veía en los insultos que le dedicaba Maradona, una traición al entrenador que creyó en él: Previo al Mundial de México 86, Bilardo le entregó la cinta de capitán a Diego Maradona arrebatándosela al histórico Daniel Pasarella, creando una gran polémica en el país gaucho.
Bilardo llegó a la casa de Maradona en Sevilla para
encarar al 10, pero Maradona había viajado a Madrid. El martes, cuando se
reanudaron las prácticas Maradona no asistió. A la tarde, Bilardo lo fue a
buscar de nuevo y cuando la mujer de Diego abrió la puerta, Bilardo entró
disparado putiando a Maradona y le tiró la primera trompada.
El periodista español Antonio Salas decía que el
mejor chaleco antibalas que existe en cualquier parte del mundo es la sonrisa;
recordó aquella frase cuando en un reten en Medio Oriente un soldado israelí le
apuntaba directamente al rostro con su fusil.
Pero Maradona por supuesto no le contestó con una
sonrisa a las balas disfrazadas de nudillos a Bilardo y comenzó la pelea. Los
separó la esposa y el representante de Maradona que estaba en la casa.
Al día siguiente Maradona apareció en casa de
Bilardo, presentó disculpas y se fueron a tomar cerveza.
Bilardo fue más que un entrenador para Maradona, y
Diego fue más que un jugador para Bilardo. Por eso, las ofensas de un lado para
el otro eran más dolorosas que cualquier otra.
El doctor, como también se le conoce a Bilardo, fue
como un segundo padre para Maradona. Lo dirigió entre 1982 y 1990.
Cuando Bilardo comenzó a dirigir al Sevilla en 1992,
pensó en el Dios humano más existente, como describió Galeano a Diego, para
salir campeón de España. Bilardo siempre fue un apoyo para el astro argentino,
lo aconsejaba, lo entendía y le alcahueteaba todo, menos la droga.
Bilardo vivió
en Colombia en la época de la efervescencia del narcotráfico. Eran los años 80
cuando Bilardo dirigió a la Selección Colombia, y 4 años atrás al Deportivo Cali, subcampeón de
la Copa Libertadores de 1978. En su estadía en Cali, conoció según palabras del
mismo Bilardo, jugadores de gran talento, pero desperdiciados por falta de
disciplina. El aguardiente y la salsa eran peores rivales para los jugadores
del Cali, que sus antagonistas América de Cali o el Atlético Nacional de Medellín.
Bilardo impuso sus métodos estrictos, pero daban
pocos resultados, se dio cuenta que para acabar con la idiosincrasia fiestera
del jugador colombiano se debía trabajar en la mente de los más jóvenes. Los
viejos, ya estaban muy viciados por el entorno.
Bilardo aseguraba que Colombia seria en los 90
después de Brasil y Argentina, la que mejor fútbol expresaría en el continente.
Y no se equivocó.
Partió de Colombia rumbo a remplazar a su antítesis futbolística
Cesar Luis Menotti en el banquillo de la selección Argentina. En medio de
muchas críticas partió a México a disputar el Mundial de fútbol. Con Maradona
capitán y figura ganó la Copa Mundo. Todo el pueblo argentino a su vuelta le
pidió disculpas. Cuatro años después Maradona y Bilardo viajan a Italia a
defender la copa. Diego con su tobillo hinchado del tamaño de una naranja,
llevó hasta la final a la Argentina, pero el trofeo terminaría siendo levantada
por Beckenbauer en el banquillo y Matthaus en el césped. Luego de la final, El
Doctor y El Pelusa, toman caminos desiguales.
Dos años después se vuelven a encontrar en Sevilla.
El objetivo: Salvar al Sevilla del descenso y pelearle al Madrid y al Dream
Team de Cruyff la Liga. El mundo del fútbol aún no conocía la palabra
efedrina, Suker se distinguía como la futura joya de Los Balcanes, Simeone ya
mostraba su talento y furia en el medio campo y con Bilardo en la dirección técnica
los hinchas del Sevilla tenían todo el derecho a ilusionarse. Pero el binomio
Maradona Bilardo fue tan efímero como el matrimonio de Ángela Vicario y Bayardo
San Román en Crónica de una muerte
anunciada. Solamente una temporada duró Diego en Sevilla. Marchó rápidamente, al igual que Bilardo que renunció porque según él, habían muchos líos en el interior del club.
Queda en el recuerdo de los sevillistas que el mejor
jugador del siglo XX se paseó por el Ramón Sánchez Pizjuan y el gran partido de
Diego al Real Madrid.
Lo que sería una historia con un color especial en
Sevilla con el mejor jugador de la época y con uno de los mejores entrenadores
del mundo en aquel entonces, terminaría en nada para el equipo más veces
campeón de la Europa League.
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