Por: Juan Villoro
Cuando el cronista Nelson Rodrigues vio jugar a Pelé, buscó
un apodo para superar el que le asignó a Didí. El 25 de marzo de 1958 escribió
que la realeza es un estado del alma. ¿Quién la tenía en la cancha? El cronista
desvió su mirada impar hacia un adolescente que hizo una jugada de brujo:
"Para anotar un gol así no bastan dotes de futbolista. Se precisa algo
más: esa confianza plena, esa certeza, ese optimismo que convierte a Pelé en un
crack imbatible. Quiero creer que su mayor virtud es, justamente, la inmodestia
absoluta. Está por encima de todo y de todos y acaba intimidando a la pelota misma".
Rodrigues había visto al hombre que sería Rey.
La esclavitud se abolió en Brasil apenas en 1888. Edson
Arantes pertenece a la tercera generación de negros libres y cambió la visión
que un país tenía de sí mismo.
Cuando su padre lo sorprendió fumando en la adolescencia, le dijo: "No te
conviene fumar si quieres ser futbolista profesional, pero si lo haces, aquí
tienes dinero para comprar tabaco. No vayas pidiendo por ahí".
El Rey se comportó con la dignidad del que no debe pedir nada, comenzando por
el dinero que le ofrecía su padre. No volvió a encender un cigarrillo, lo cual
sorprendió al máximo juerguista que ha tenido el fútbol, George Best:
"¿Qué clase de rey eres tú, que ni bebes ni fumas?", le preguntó.
El fútbol contemporáneo ha tenido una selecta aristocracia
del empeine, pero sólo un monarca. Edson Arantes representa la perfección
escénica. Incluso su manera de festejar los goles (con un salto elástico para
latiguear el aire con el brazo) era un espectáculo. Ganó tres mundiales y logró
más de mil anotaciones. Podía fintar a un defensa con el omóplato y superar por
aire a un ruso de dos metros. Transformó la potencia física en una manera de
llevar el ritmo. Tuvo la clase de Didí y el gusto por la velocidad de Jesse
Owens.
Debutó a los quince años con el Santos y ejerció la excelencia durante décadas,
imponiendo una soberanía irrepetible.
Además de los goles que convirtió, ensayó otros de delirio que no acabaron en
la portería, pero que recordamos como piezas de arte por el arte.
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