30/10/18

Colombia vs Israel |1989| El Palomo de la Paz

Albeiro Usurriaga en la época de los 80.

Por Edwin Medina

El gol del Palomo Usurriaga a Israel el 15 de octubre de 1989, no fue importante solamente en lo futbolístico. Este gol, más tarde (30 de octubre) con el empate sin goles, en el partido de vuelta en Tel Aviv, clasificó al país sudamericano después de muchos años a un mundial de fútbol. Aquella anotación, cerró la época más sangrienta en la historia de Colombia y  unió por primera vez en mucho tiempo a este país.

Era la década de los ochenta. Mientras los gringos consumían perico colombiano, en los mejores clubes de New York, Los Ángeles o Miami, en Colombia se vivía una portentosa guerra con varios hechos y varios protagonistas, entre ellos, El Cartel de Cali, El Cartel de Medellín, el Bloque de Búsqueda, Los Pepes, Los extraditables, las guerrillas del ELN, Las FARC, EPL, el M-19,  los Paramilitares, los hermanos Castaño, el paramilitar Don Berna, el Estado corrupto, entre otros. Todos se mataban entre todos. 
Hubo hechos atroces que marcaron esta década como el asesinato del director del periódico el Espectador por sus editoriales contra Pablo Escobar. La hija del ex presidente Turbay fue asesinada en Medellín. Al sur de Bogotá era asesinado Carlos Galán, la última esperanza del país. Otros magnicidios de la época fueron los de Lara Bonilla, Pardo Leal,  Héctor Abad Gómez, Bernardo Jaramillo Ossa,  Manuel Cepeda, entre otros. 
No solamente las balas asesinaban gente de la política, también fueron asesinados indígenas, periodistas, líderes sociales, el Juez, el policía, el civil, el pobre, el ñero, el soldado.
La guerra también se vivía en las nubes. En el cielo explotó el avión de Avianca, según las investigaciones el Cartel de Medellín hizo estallar el avión para asesinar al electo presidente César Gaviria, pero éste nunca subió al avión, 106 personas murieron. Igualmente en las alturas, a metralla, era asesinado Carlos Pizarro, ex guerrillero del M-19. El edificio del DAS volaba en mil pedazos, la Unión Patriótica  lloraba el genocidio de más de 4.000 de sus integrantes.  Martha Nieves Ochoa, es secuestrada en Bogotá, lo que conlleva a la creación de los Paramilitares y del MAS. La guerrilla urbana del M-19 se toma el Palacio de Justicia. La Espada de Bolívar es robada y según el mito, es guardada en la casa del poeta León de Greiff.

En lo futbolístico, Belisario Betancur anuncia que Colombia renunciaba a ser sede del Mundial de fútbol de 1986. Mientras tanto “La Mechita” pierde tres finales de Copa Libertadores consecutivas. El clásico bogotano entre Millonarios y Santa Fe se juega en la finca del narcotraficante Rodriguez Gacha, “Los Puros Criollos” como se conocía a Altetico Nacional, porque sólo jugaba con nativos, levanta la Copa Libertadores en Bogotá, el profesor Marroquín gesta la gran generación de los 90 y el torneo de 1989 es suspendido por el asesinato del árbitro Álvaro Ortega. 

No todo era sangre en los ochenta en Colombia. En Estocolmo, Gabriel García Márquez recibió el premio Nobel de Literatura, por Cien años de soledad, donde cuenta la vida de los Buendía y de los habitantes de Macondo. El pueblo que un día sufrió la peste del insomnio que con el tiempo generó la peste del olvido. 

Entre tantas muertes que se vivieron en la década perdida, como se conocen los ochenta en Colombia, los habitantes de éste país olvidaron entre lágrimas, nostalgia, rabia, fiestas patrias, aguardiente y pola un hombre: Albeiro “El Palomo” Usurriaga.

Era el partido por el repechaje ante Israel para el Mundial de Italia 90 y era el fin de la década de los ochenta. El único gol de la serie lo anotó Usurriaga. No era cualquier gol. Colombia volvía a un Mundial de fútbol después de 28 años.  Lo mejor no era que volvía a la cita orbital. Lo principal, era que aquel gol, unió como país a los colombianos. Por fin, aunque fuera por un instante. Todos fueron uno solo. Colombia ya había olvidado que era eso de la “unión”. Por un momento, el pueblo se olvidó de los coches bomba, los lanzamisiles, los asesinatos, los secuestros, los desaparecidos.  Las viudas, los huérfanos y los miles que sufrieron en aquel tiempo, tuvieron una efímera anestesia mientras veían aquellas largas melenas y barbas festejando en el césped.

Usurriaga fue parte de la gran generación de futbolistas colombianos de aquel tiempo. Marcó cuatro de los 6 goles que Atlético Nacional le anotó al Danubio de Uruguay en las semifinales de la Libertadores de 1989. Además, anotó el gol decisivo que igualó la serie en la final ante el Olimpia de Paraguay. En Nacional  fue ídolo. También lo fue en el Independiente de Argentina con el que ganó varios títulos. En 2004 fue asesinado en Cali, según el diario EL PAIS, por meterse con la mujer de un jefe de sicarios que no aguantó que su mujer amara a otro. 
Cuando se habla de grandes goles en Colombia, se recuerda el gol olímpico de Marcos Coll a Lev Yashin, el gol de Rincón a los alemanes, los cinco a  Argentina, pero en la República de lo efímero poco se recuerda el gol que unió un país y  cerró, con una sonrisa, efímera, pero al fin y al cabo sonrisa, la época más violenta de su historia. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario