1/11/17

Athletic vs Barça |2017| El fútbol, en medio de la gran tormenta

Carteles a favor del "sí" y banderas independentistas en la grada del Camp Nou.


Por: Iñako díaz

En el clima político más tenso de la democracia, el fútbol no escapa.
Para valorar todo esto hablamos con tres políticos e hinchas de distintas ideologías y equipos: Andrea Levy, Gabriel Rufián y Eduardo Madina.
No hay que mezclar fútbol y política. Lo han leído, lo han escuchado y, probablemente, lo hayan dicho. Bien, pues espero que no se lo creyera demasiado o se van a llevar un disgusto. Con el conflicto catalán devorándolo todo, el fútbol español ha dejado de disimular, el binomio fútbol y política. Piqué votando y llorando el 1-O, Ramos grabando vídeos ante una bandera española gigante, Bartomeu intentando nadar y guardar la ropa, el Metropolitano inundado de rojigualdas para recibir al Barça, Javier Tebas con su pasado ultraderechista y la bandera al cuello en la manifestación a favor de la unidad...
Si pensaban que en estos días resultaba imposible poner de acuerdo a derecha, izquierda e independentismo, -en realidad lo parece- la relación fútbol-política lo consigue (a ratos). Preguntamos a un socialista de Bilbao (el ex diputado Eduardo Madina), una popular del Barça (la vicesecretaria del PP, Andrea Levy) y un indepedel Espanyol (el portavoz de ERC, Gabriel Rufián): ¿es positiva esta politización del fútbol?

«Como toda expresión cultural o social de un país, el fútbol es indesligable de la política. Vengo de un Euskadi marcado por los silencios obligados por la presencia de ETA, así que el silencio nunca me parece una buena señal. Que los clubes y los jugadores se expresen políticamente es una señal de madurez en una sociedad», apunta Madina.
Se suma Rufián: «El fútbol, como cualquier ámbito de la vida, a menudo es política. Y me gusta que haya tíos valientes como Piqué o Rafa Nadal, con el que ideológicamente no tengo nada que ver, pero que cuando tiene que defender sus ideas lo hace. Ojalá cunda el ejemplo». «Que futbolistas como Piqué se posicionen es positivo. Con los clubes es distinto. Porque una cosa es fomentar los valores políticos de participación y otra convertirse en espacios dominados por un interés partidista. Es lo que ha pasado en el Camp Nou», puntualiza Levy, que señala a un Barça que se ha encontrado (o se ha metido) en el ojo del huracán. Volveremos a él.

Athletic-Barça, los equipos emblema de las dos comunidades con más historial nacionalista y con las célebres pitadas al himno como precedente. Madina, asiduo a San Mamés desde los oscuros 80, víctima de ETA, lo celebra: «Ha cambiado muchísimo el ambiente porque Euskadi no tiene nada que ver con la de antes del 20 de octubre de 2011, cuando ETA anunció el cese definitivo de la violencia. El viejo y el nuevo San Mamés son dos mundos distintos».
Para el Barça, cada partido es un sobresalto. Primero, se posicionó a favor del derecho a decidir. Después, se quedó en tierra de nadie al jugar a puerta cerrada el 1-0 en vez de suspender el partido, como pedía el independentismo, o disputarlo con normalidad. Por último, contra Olympiacos, se escudó en la UEFA para impedir que se colocasen pancartas de apoyo a los Jordis. Y así, Bartomeu se convirtió en un equidistante y enfadó a todos.
«Un club como el Barça no puede actuar como si sólo tuviera seguidores de una tendencia ideológica. No debería haberse posicionado claramente a favor del soberanismo. Se ha creído más que un club, ha querido ser un apéndice de la política institucional catalana y ha enviado al banquillo a los socios que no se reconocen en la identidad política que quiere impulsar. Ha excluido a gran parte de su afición», sentencia Levy.

Y es que es imposible que, en el ambiente actual, la selección no acabe en el foco político. Piqué fue el detonante y en su rueda de prensa de la paz dejó una de las frases más debatidas del año: “un independista puede jugar con España” Él aclaró que no era su caso, así que le preguntamos a alguien que sí lo es, Gabriel Rufián. ¿Podría un independentista jugar con España?: «Por supuesto. Yo soy seguidor y he celebrado triunfos de la selección española. Me encantan Iniesta y Ramos. Me encantaba Casillas. No tengo fobia hacia la bandera española, ni hacia el himno español, ni hacia el fútbol español». Uno, que tiene serios problemas para comprender los nacionalismos, ruega una explicación de algo que le parece contradictorio: «Al final, ser independentista no es nada. Es un estado transitorio. Yo lo que me considero es republicano de izquierdas y eso va ligado a la defensa de la autodeterminación de los pueblos. Y nada de eso me parece incompatible con que disfrutes de la selección española, quieras que gane o, en el caso de un futbolista, quieras jugar en ella». Mientras tanto los campos de fútbol seguirán siendo expresión de la sociedad.

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