Si bien la sombra del dictador Benito Mussolini no estuvo
omnipresente, la tercera edición de la Copa Mundo estuvo marcada de nuevo por
la política. El planeta, en especial Europa, estaba más convulsionada que
nunca,los espíritus estaban alborotados y los ánimos caldeados. La inminencia
de la Segunda Guerra Mundiall marcó el torneo cuya sede fue otorgada a Francia
para rendirle homenaje a Julet Rimet, el dirigente que había impulsado la
creación del certamen. Ese hecho, sin embargo, en vez de unir a los 32 países
que conformaban el seno de la FIFA, terminó por ahondar las diferencias.
Austria, considerado uno de los mejores equipos del planeta,
se retiró luego de que su territorio fue invadido por Alemania. Algunos de sus
jugadores fueron integrados al elenco germano, pero Mathias Sindelar, el más
importante de todos, se negó de manera rotunda y ese episodio fue el comienzo
de un final fatal e inesperado para el talentoso deportista. España se hizo a
un lado dado que su país se desangraba por cuenta de la Guerra Civil, mientras
que China y Japón estaban enfrentados en la segunda guerra Sino-Japonesa, que
se desató en 1937.
En lo deportivo, La primera fase resultó inesperada equilibrada,
pues cinco de los ocho duelos requirieron prórroga , tras terminar empatados al
cabo de los 90 minutos reglamentarios; dos de ellos no lograron dirimir
superioridades y, por eso, fue necesario programarlos de nuevo. Fueron Cuba-Rumania
(3-3) y Alemania-Suiza (1-1). Los cubanos dieron la primera gran sorpresa de la
historia al derrotar a los
experimentados rumanos, que en el duelo de desempate cayeron 1-2 y se
despidieron prematuramente.
Cuba llegó a Francia 1938 gracias a la invitación de la
organización. Además, a Cuba la favorecieron los retiros de Colombia, El Salvador,
Costa Rica y Surinam. A Francia, los futbolistas de la isla llegaron como
campeones de los Juegos Centroamericanos
y del Caribe en los que fueron anfitriones.
El emparejamiento de la primera fase de deparó a Cuba un duelo con Rumania, que
había sido octavo en 1930 y duodécimo en 1934. Pintaba para debut y despedida,
`pero los 7.000 aficionados que se apostaron en las tribunas del Stade Municipal de
Toulouse vieron una de las más grandes sorpresas de la historia de la Copa
Mundo. Como era de esperarse, los rumanos abrieron la cuenta, aunque no tan
temprano como pudiera esperarse: a los 35 minutos por intermedio de Stefan
Dobay. Pero antes de que concluyera el primer tiempo Héctor Socorro marcó el
1-1. En el segundo tiempo, José Magriña amenazó con el batacazo, pero Iuliu
Baratky, cerca del final, empató de nuevo y obligó a disputar la prórroga.
En esa instancia Socorro, primero y Dobay, después volvieron a anotar para un increíble 3-3 que,
de acuerdo con la reglamentación establecida, desencadenó en un nuevo juego. Ese
encuentro se cumplió el 9 de junio, con
mil hinchas más que en la ocasión anterior. El partido pintaba para otro duelo
goleador entre Dobay y Socarro hasta que Tomás Fernández, a los 12 minutos del
segundo periodo, puso el definitivo 2-1. Cuba avanzó, Rumania se despidió y el
mundial tenía un protagonista inesperado. En Cuartos de Final, lo esperaba
Suecia, que había quedado libre en la primera ronda tras el retiro a última
hora de Austria. lo que fue una gran
ventaja para los europeos.
La cita entre nórdicos y caribes se dio el 12 de junio y
resultó una pesadilla para los cubanos. Fueron goleados, lo que resultó un
durísimo golpe para un inexperto, pero combativo elenco cubano. Tres partidos
en una semana fue mucho. Cayeron en Cuartos ante un descansado Suecia, pero marcharon con la frente alta.
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